viernes, julio 14, 2006

ZONA CERO, AÑO UNO

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(Una digresión al especial acerca de Supes pero dicho sea de paso lean esta constructiva crítica de la odisea de Bryan Singer)

La revista Quimera , en concreto la de Mayo, tiene un interesante dossier sobre la primera literatura del siglo. Encontramos el estupendo texto de Juan Francisco Ferré titulado Zona Cero, año uno: Una arqueología del futuro dónde habla del caos en el que vivimos, acentuado y marcado por el terrorismo televisado: el 11S y la amenaza constante.

Primero propone a J.G. Ballard (y Andy Warhol claro) como profetas, pero lo más interesante (para mí) es este fragmento .

"Por el contrario el libro norteamericano reciente que ha abordado expresamente la catástrofe es la segunda novela de Jonathan Safran Foer, Extremly loud and incredibile close (Tan Fuerte Tan Cerca). Pero Foer desaprovecha la ocasión de pulsar algún nervio vivo de la tragedia y recurre, cual vulgar Zafón, a la anticuada estética del "realismo mágico" para envolver el trauma colectivo en capas analgésicas de fantasía infantil."

No lo ven así sobre Foer en justo el artículo anterior de Juan Trejo, Una mañana de Septiembre en Nueva York: Tres Obras de la narrativa post-11S (las otras dos para los interesados son Sábado de Ian McEwan y Perro Callejero de Martin Amis). Aquí la obra del joven autor judeoamericano es presentada así:
"Jonathan Safran Foer propone lo que podríamos denominar como una aproximación poética a lo sucedido el 11S. Esta novela no parte de la intención de llevar a cabo una panorámica general del sentir occidental tras la tragedia, ni siquiera del sentir de los estadounidenses o los neoyorquinos. Su intención es aparentemente, mucho más modesta: Oskar Schell, un niño de nueve años realmente singular (a medio camino entre el Oskar de El tambor de hojalata y el Holden Caulfield de El guardián entre el centeno), dotado de una lucidez impropia para su edad y una inmensa capacidad fabuladora, huérfano de padre desde los atentados del World Trade Center, que encuentra entre los objetos pertenecientes a su progenitor un sobre en el que únicamente puede leerse la palabra "Black" del sobre y que contiene una pequeña llave. A partir de ahí, Oskar iniciará una quimérica odisea por Nueva York en busca de alguien que pueda responder a ese "Black" del sobre y que, de algún modo, aporte una respuesta al misterio y vida de su padre. Porque esta es, en esencia, una novela sobre la pérdida, sobre cómo sobrevivir al dolor y la incomprensión. [....]

A pesar de su aparente sencillez y modestia, de ese aire de espinoso cuento de hadas, es esta una novela con una patente capacidad de fascinar, e incluso de conmover, en la que, una vez aceptadas las reglas del juego-lectura que propone Safran Foer, puede descubrirse una esperanzadora propuesta para afrontar los claroscuros del futuro tomando como base la imaginación y la liberación absoluta del lenguaje creativo".


Confirmo de nuevo mi atracción-temor hacia la novela de Safran Foer ya que yo soy muy susceptible con ciertos realismos mágicos (ej.Zafón). Ferré gana por goleada al hilo de su párrafo porqué remata con una sentencia demoledora:
"Para enterarse de lo que está pasando en el burocratizado caos de la América terminal más vale consultar a gurús apocalípticos y adictos a la entropía como George Saunders, Chuck Palahniuk, David Foster Wallace o Bret Easton Ellis, que en Lunar Park su nueva novela concibe un escenario demencial donde los ataques terroristas se suceden mensualmente mientras la población huye de las ciudades y se refugia en el infierno doméstico y familiar de los suburbios, explorados por Ellis con ácida perspectiva claustrofóbica y demoledora ironía íntima, como enclave cotidiano del horror menos confesable"

Lo interesante del asunto es que (de momento sólo por dos autores, el segundo y el tercero citados respectivamente) estoy de acuerdo con esta sentencia de Ferré y podría aplicarla (yo) al mundo occidental puesto que, creo, que las obras de Wallace o Palahniuk dan una sensación más certera del mundo (sin concesiones) y una dosis de literatura que a mí, particularmente, me encanta. Así pues les paso el turno ¿están de acuerdo? ¿Sí o no? ¿Han leído la novela de marras de Foer? ¿La recomiendan? ¿Creen que la literatura no debe seguir este camino entrópico iniciado por los posmodernos?

Una cosa queda clara, a Don DeLillo le han superado los atentados porqué parece incapaz de publicar algo (de ficción claro, sus essays tras el ataque son imprescindibles) a la altura. ¿Lo logrará? Yo así lo espero. Vds. dirán.

5 comentarios:

Enrique Ortiz dijo...

Gracias por información. Hoy mismo voy a por ella.

Francisco Ortiz dijo...

Interesante tema. Yo apostaría por autores no estadounidenses para tratar el tema o por autores como André Dubus III ( Casa de arena y niebla ) o Russell Banks, con miras amplias y que crean a personajes cuya opinión me interesaría mucho conocer.

Miguel Sanfeliu dijo...

No he leído la novela de Safran Foer. Me ocurre como a tí con este autor, hay algo que me echa atrás, algo que quizá habrá que vencer...

De todas formas, lo que sí es cierto es que la revista Quimera ha renacido de entre sus cenizas. El número que comentas no tiene desperdicio.

Un saludo

Portnoy dijo...

En la discusión que manteniamos en El lamento sobre De Lillo ya se reclamaba la gran novela sobre el 11-S. Pero creo que no se escibirá y ya se está escribiendo. Ya no se puede mirar el mundo de la misma manera y los escritores estadounidenses lo saben.
Los otros intentos no estadounidenses, Sábado o Shalimar, me han parecido estrepitosos fiascos.
Yo apuesto por Palahniuk antes que por DeLillo, me parece el único capaz de abordar el tema con la crudeza que merece.
Ya veremos.

Anónimo dijo...

siempre es un placer entrar en tu huequito suspendido en el espacio, querido alvy, pero encima es que leemos las mismas revistas. blogs como el tuyo me animan a seguir, un saludo desde la butaca.