viernes, septiembre 12, 2008

Una verdad falaz

La verdad de las mentiras es un libro de ensayos de Mario Vargas Llosa tan elegante como se supone y con alguna sorpresa (el ensayo sobre Herzog) y alguna desgracia (la atención a Hermann Hesse). Decía Jorge Carrión en la bitácora de VLM que

El segundo es sobre el conservadurismo. Yo sí creo que la crítica conservadora, como la escritura de creación conservadora, es políticamente reaccionaria. Impiden la progresión de las ideas. Impiden el avance. Y la justicia extratextual.
Bueno, desde aquí les propongo una lectura política de Australia -y toda su obra-, pero otro día iremos con todo su comentario más a fondo.

Escribe entonces Vargas Llosa en su mejor ensayo, también el más irritante, sobre Lolita de Nabokov:

Esta obra que, gracias al éxito de Lolita, resucitaría en reediciones y traducciones múltiples, era literaria en un grado que sólo otro contemporáneo de Nabokov – Jorge Luis Borges – ha logrado alcanzar. Literaria: quiero decir enteramente construiad a partir de las literaturas preexistentes y de un exquisito refinamiento intelectual y verbal. Lolita también es prueba de ello.

Bien, todo esto es certerísimo. Pero más adelante vuelve Vargas Llosa y sigue acotando:

Yo no estoy seguro de que Nabokov haya inventado esta historia intenciones ismbólicas. Mi impresión es que en él, como en Borges, había un escéptico, desdeñoso de la modernidad y de la vida, a la que ambos observaban con ironía y distancia desde un refugio de ideas, libros y fantasías en el que permanecieron amurallados, distraídos del mundo gracias a prodigiosos juegos de ingenio que diluían la realidad en un laberinto de palabras y de imágenes fosforescentes. En ambos escritores, tan afines en su manera de entender la cultura y practicar el oficio de escribir, el arte eximio que crearon no fue una crítica de lo existente sino una manera de desencarnar la vida, disolviéndola en un fulgurante espejismo de abstracciones.

Sigue

La caza de los tesoros ocultos en Lolita ha dado origen a abundantes libros y tesis universitarias, en os que casi siempre, por desgraciam desaparecen el humor y el espíritu lúdico que tanto Nabokov como Borges supieron transmutar la erudición (cierta o ficticia) en arte.

Y termina

En todas las novelas de Nabokov – pero, sobre todo, en Pálido Fuego – la arquitectura es tan astuta y sutil que acaba borrando lo demás. También en Lolita la inteligencia y la destreza de la construcción son tales que resaltan con fuerza, anteponiéndose a la historia, mermándola de vida y libertad. Pero en esta novela, al menos por momentos, la materia se defiende y resiste el asalto de la forma, pues lo que cuenta tiene raíces profundas en lo más vivo de lo humano: el deseo, la fantasía al servicio del instinto. Y sus personajes consiguen provisionalmente vivir, sin convertirse, como los de otras novelas – como los personajes borgianos - , en las sombras chinas de un intelecto superior.

Me sorprende que Vargas Llosa se refiera al asalto de la forma y tenga una idea tan apaciguada de los personajes libres, tanto en su obra de ficción (Travesuras de una Niña Mala podría ser un buen ejemplo) como para juzgarlas. ¿Acaso hay mayor libertad que la de hacer que el personaje tome la novela? Humbert Humbert lo hizo y es una técnica que ha dado muchos resultados y pienso con ello en Jardines de Kensington, cuyo Peter Hook también toma toda la novela, toma incluso a un autor obsesionado con hacer la misma voz.

Sobre lo que asevera de lo más vivo de lo humano y la creación de otros mundos que hace referencia en todo el artículo, bien, rescatemos las conferencias de Nabokov. Rescato el fragmento de la conferencia que dio el autor respecto a La Metamorfosis:

Por supuesto, no importa cuan aguda y admirablemente una historia, una pieza musical, o un cuadro sean analizados y discutidos, siempre habrá mentes que permanecerán ajenas y brazos que no se darán a torcer. "Atrapar el misterio de las cosas" -lo que el Rey Lear dijo de forma melancólica sobre sí mismo y Cordelia-, esa es mi sugerencia para todos los que toman el arte seriamente. A un pobre hombre le es robado su abrigo ("El capote", de Gogol); otro pobre tipo es convertido en un escarabajo ("La metamorfosis" de Kafka) ¿entonces qué? No hay respuesta racional al "entonces qué". Podemos separar la historia, averiguar cómo cada pedazo encaja con el otro, cómo una parte del patrón responde a la otra; pero uno tiene que poseer dentro de sí alguna célula, algún gen, algún germen que vibre en respuesta a sensaciones que uno no puede definir ni ignorar. Belleza más compasión, es lo más cercano que podemos llegar a una definición de arte. Donde hay belleza hay compasión, por la simple razón de que la belleza debe morir: la belleza siempre muere, lo general muere con lo específico, la colectividad muere con la individualidad. Si usted puede comprender "La metamorfosis" de Kafka como algo más que una fantasía entomológica, entonces lo felicito por haberse unido al grupo de los buenos y grandes lectores.

Quiero hablar sobre la fantasía y la realidad, y su relación mutua. Si consideramos "Dr. Jekyll y Mr. Hyde" como una alegoría –la batalla entre el bien y el mal dentro de cada hombre-, entonces esta alegoría resultará insípida, infantil. Los que quisieran ver aquí una alegoría podrían dar por ciertos algunos sucesos físicos que el sentido común indica que son imposibles; pero realmente en la historia, vista con cierto sentido común, nada a primera vista parece ir en contra de la experiencia humana general. Quisiera indicar, de todas formas, que un segundo vistazo muestra que la historia no va en contra de la experiencia humana general, y que Utterson y los otros hombres alrededor de Jekyll son, en ese sentido, tan fantásticos como Mr. Hyde. A no ser que los veamos bajo la luz de la fantasía, no habrá encantamiento. Y si el encantador se va, y el cuentero y el maestro se quedan solos, harán pobre compañía.

La historia de Jekyll y Hyde está bellamente construida, pero eso no lo es todo. Su moral es ridícula, dado que ni el bien ni el mal son realmente descritos: en general, se dan por supuestos, y la lucha se desarrolla entre dos contornos vacíos. El encantamiento reside en el arte con que Stevenson maneja la fantasía, pero quisiera indicar que tanto el arte y el pensamiento, como lo general y lo individual, son inseparables; debe haber algo parecido en la estructura de una historia. Todavía creo que existen grietas en la realización artística de la historia –si consideramos forma y contenido separadamente-; una grieta que no existe en "El capote" de Gogol y "La metamorfosis" de Kafka. El lado fantástico de la historia (Utterson, Enfield, Poole, Lanyon y el Londres en que viven) no es el mismo que el de la transformación de Jekyll en Hyde. Hay una ruptura, una falta de unidad.

"El capote", "Dr. Jekyll y Mr. Hyde" y "La metamorfosis": las tres son llamadas historias fantásticas. Desde mi punto de vista, cualquier trabajo sobresaliente en el arte es una fantasía dado que refleja el mundo único de un individuo único. Pero cuando la gente llama a estas tres historias fantasías, solo quieren decir que la esencia de la historia se aleja de lo que comúnmente llamamos realidad. Por tanto, examinaremos qué es la realidad, para descubrir de qué forma y hasta dónde estas llamadas fantasías se alejan de la así llamada realidad.


Pueden continuar leyéndola aquí. Y para terminar rescato parte del prólogo de Crash de James Graham Ballard que pueden descargarse aquí (e ir a su exposición, deliciosa, dicho sea de paso).

Homero, Shakespeare y Milton inventaron otros mundos para hablar del nuestro.

¿Estaban ellos desencarnando la vida? Borges, y hete aquí a lo que se refiere Vargas Llosa, puede resultar lejano y también un juego de espejismos fulgurante, pero hay en sus relatos vida. El Aleph o cualquier relato de la Historia universal de la infamia no desencarnan una vida, sino que es capaz de crear o recrear una nueva. Y esto me lleva a preguntarme sobre esa postura de vida y libertad en la novela del siglo diecinueve. Los procedimientos del realismo eran también ficticios y agradezco mucho a Northrop Frye cuando se refiere a Dickens y su humor.

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