sábado, octubre 04, 2008

Trilogía Mostrenca

Definida por su autor como "una versión pequeñoburguesa de Vida Mostrenca", Monstruos Modernos es la entrega decididamente menor de la Trilogía Mostrenca facturada, como siempre por Jordi Costa y Darío Adanti. Ahí están los hasta ahora inexistentes improperíos estilísticos del Mostrenco Articulista (el repetido uso de Gañán que en el columnismo semanal resulta imperceptible, algunas forzadas frases entrecortadas como recursos humorísticos) como prueba casi irrefutable de ello. Pero es, también y casi por encima de todo, la consagración de un Adanti que hace del color casi un manifiesto: sus ilustraciones adquieren un tono que justifica la edición más bella que ha tenido la Trilogía y también hipnotiza a los textos desde otras galaxias.

Puede que el coleccionista reproche la ausencia de los artículos escritos para ADN de Costa, extended and uncut, que incluyeran además la lectura de Adanti, bastante cercanos a este furioso acercamiento a los rincones más extraños de la vida contemporánea (pienso en La Siesta o Los Perros) tamizados por una autobiografía histérica, casi borrosa. Ya al principio de su relato incluído en Mutantes, 500% Costa, el narrador admitía que de camino a la antología no le había pasado nada divertido y se revelaba escritor demasiado inédito, incluso para sí mismo.

También es cierto que este libro contiene muchos otros, casi de posibilidades infinitas: puede ser leído como una Travesía de Madrid en clave inequívocamente Mostrenca, también preocupada por el lenguaje (atención al uso sarcástico de dar un giro a su vida) que tanto inventó y escuchó Umbral. O esta sentencia, que puede proyectar el siguiente paso de la Bibliografía Mostrenca más allá del Futurible Epílogo que recopile las tiras de Mondo Brutto:

Quizás, a este paso, la Cultura consiga, por fin, estar tan mal vista como el tabaco. ¿Por fin? ¿Acaso no lo estaba ya

Pero todo ello sin perder, por supuesto, su condición de Bestiario Contemporáneo. El resultado oscila, como en toda la obra de su autor, como un hijo mutante y descarriado de Lo Cursi y Otros Ensayos de Gómez de la Serna y las Mitologías de Roland Barthes. Tampoco esquiva Costa su prosa ágil, su divulgación de referentes heterodoxa y a veces indiscutible cuando escribe:

Quizás el universo sea finito, pero está poblado de visionarios que, con las improvisaciones de su música del azar, diseñan un mapa posible de la infinitud. La física cuántica tiene ritmo de jazz.

Este final, por ahora, del aprendizaje de lo mostrenco llega para conectar con aventajados discípulos y en un contexto muy distinto al de su primera entrega: si entonces había demostrado que no se trataba de una ampliación del campo de Mondo Bulldog, ahora encontramos a un autor que rinde tributo a sus maestros y es un cronista preferente de la periferia cinematográfica nacional.

Una buena puerta de entrada para los no iniciados para las dos entregas anteriores, con momentos de puro nihilismo:

La evolución es, en definitiva, una película aburrida que tuvo un inicio prometedor.

O auténtico, insobornable, amor al Arte (musical o no):

El problema de la fundación de toda modernidad es que uno acaba descubriendo que ya fue fundada tiempo atrás por quien, en nuestro confuso presente, consideraríamos antiguo. Y no era antiguo: era, en todo caso, Eterno, Axiomático o Primigenio. Como Lola, Lolita, Lola.

Una delicia.

Trilogía Mostrenca:

-Todd Solondz: En Los Suburbios de la Felicidad

Lecturas comparativas más que recomendables:

Jordi Labanda: el hilo musical ilustrado
(Vida Mostrenca) vs. Novelas y Niños (Mitologías, pag. 33 del link)

Los plumeros (Lo Cursi y Otros ensayos) vs.El brunch o la redención de la resaca (Monstruos Modernos)

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