jueves, noviembre 20, 2008

Abrams again


Tiene razón Liana cuando dice que la relación de amor/odio más notable que mantengo es con J.J. Abrams. La mayoría de días puede parecerles que estoy dispuesto a ahorcarle. Sin embargo, mataría porque alguien pudiera alcanzar los grados de locura de la primera, segunda y cuarta temporadas de Alias (serie que le redimió [casi] para siempre de haber creado Felicity) o la valentía, evidentemente, estructural de Lost. Abrams será objeto de estudio y escrutinio crítico, imagino, pero me fascina su capacidad para tejer una carrera nada Spielbergiana, pese a la tentación comparativa: a diferencia del cineasta que se creó el sello mediante el cine, el joven Abrams está más ocupado de ser un creador fructífero a un autor total. ¿Nuevos signos de autoría líquida? No estaría de más rebuscar en su currículum, con una carrera inicial de guionista en producciones post-televisivas (Forever Young o A propósito de Henry, dos ejemplos de cómo los noventa pasaron para bien), algún blockbuster sin alma pero indudable ruido (Armageddon) hasta llegar a una genuina B-Movie como Joy Ride, dirigida por el casi siempre menospreciado John Dahl.

No creo que haga falta recordar su responsabilidad evidente a la hora de alinear según que astros en Cloverfield. ¿Autoría compartida? No, cómo dijo John Tones a propósito de Alien: una reunión de talentos imposible de recontextualizar. Tampoco me olvido de su debut como director: Misión Imposible 3 es una síntesis perfecta para amar y odiar a JJ Abrams. La película es una repetición estructural del primer (y muchos, entre ellos el célebre retelling de Die Hard) episodio de Alias, pero narrado con situaciones muchísimo más grandes y espectaculares. Después de 110 minutos invencibles llega un epílogo espantoso, casi destinado a estropear el resto de la película. Y llega ahora la que posiblemente sea la única esperanza, dictamina el Focoforo oigan, del cine espectáculo: más allá de polémicas absurdas por parte de cineastas asombrosamente poco dotados para la acción y la tensión que presupone a la grandeur, llega esto. Poco que añadir al grito de guerra.

1 comentario:

Luna Miguel dijo...

y ya veras cuando te vicies al Internado