miércoles, diciembre 12, 2012

Es en verdad curioso - dije - cómo la memoria es el último superviviente del naufragio de nuestra existencia, cómo el pasado destila estalactitas en el vacío de nuestra ejecutoria, cómo la empalizada de nuestras certezas se abate ante la leve brisa de una nostalgia. Nací en una época que a posteriori juzgo triste. Pero no voy a hacer historia: es posible que toda niñez sea amarga. El transcurso de las horas era mi lacónico compañero de juegos y cada noche traía aparejada una triste despedida. De aquella etapa recuerdo que arrojaba con alegría el tiempo por la borda, en la esperanza de que el globo alzara el vuelo y me llevara a un futuro mejor. Loco anhelo, pues siempre seremos lo que ya fuimos.

Eduardo Mendoza, El misterio de la cripta embrujada

martes, noviembre 27, 2012

Paisaje después de la batalla



Aquí escribo sobre la cosa-después-de-las-elecciones-catalanas-del-25N.

Y en cambio, acá, entrevisto a Guillermo Zapata sobre eso y la izquierda y lo que nos viene quedando.

jueves, noviembre 08, 2012

Carne y hueso

En vez de pasarnos el primer día de clase hablando de la lista de lecturas y del planteamiento general de este curso, me gustaría contarles a ustedes algunas cosas sobre mí que nunca antes he divulgado entre mis alumnos. No me guía interés alguno al hacerlo, y hasta que entré en el aula y me senté en mi sitio no estuve seguro de que fuera hacerlo. Y aún puedo cambiar de opinión. Porque ¿cómo justificar esto de desvelarles a ustedes los hechos más íntimos de mi vida privada? Es verdad que vamos a pasar juntos tres horas a la semana durante los dos próximos semestres, hablando de libros; y sé, por experiencia, como lo saben ustedes, que en tales circunstancias pueden desarrollarse fuertes vínculos afectivos. No obstante, también sabemos que ello no me otorga licencia para incurrir en algo que puede constituir impertinencia y ser de pésimo gusto.

Como ya habrán supuesto ustedes - por mi modo de vestir, no menos que por el estilo de mis palabras introductorias-, las convenciones que tradicionalmente rigen la relación entre alumnos y profesores son más o menos las que siempre he respetado, incluso durante las turbulencias de los años más recientes. Según me dicen, soy uno de los pocos profesores que siguen hablando de usted a los alumnos en clase, en vez de tutearlos. Y, vístanse ustedes como se vistan - de mecánicos de coches, de pordiosero, de zíngaro de saltón de té, de cuatrero-, yo sigo prefiriendo, para presentarme ante los alumnos, la chaqueta y la corbata...aunque sean siempre la misma chaqueta y la misma corbata, como cualquier mediano observador tendrá ocasión de comprobar. Y las alumnas que acudan a mi despacho apra alguna consulta podrán ver, si se molestan en mirar, que durante toda la reunión permanecerá abierta al pasillo la puerta del habitáculo en que estamos sentados mano a mano. No faltarán entre ustedes quienes encuentren muy gracioso que me quite el reloj de muñeca, como acabo de hacer, y lo coloque junto a mis notas, al comienzo de cada clase.  Ahora mismo no recuerdo cuál de mis profesores solía llevar tan cuidadosa cuenta del transcurso del tiempo, pero no cabe duda de que me dejó su impronta, como muestra de una profesionalidad con la que me place identificarme.

Nada de esto quiere decir que vaya a intentar ocultarles a ustedes el hecho de que soy de carne y hueso y comprendo perfectamente que ustedes también lo sean. Al final de curso puede que ya estén un poco hartos de lo mucho que insisto en la relación entre las novelas de lectura obligatoria, incluidas las más extravagantes y desalentadoras, y lo que hasta ahora saben ustedes de la vida. Descubrirán (y no a todos les parecerá bien) que no soy de la misma opinión que algunos de mis colegas, concretamente los que afirman que la literatura, en sus más valiosos e intrigantes momentos, es "fundamentalmente no referencial". Puedo presentarme ante ustedes con mi chaqueta y mi corbata, puedo llamarles señor y señorita, pero, así y todo, voy a pedirles que se abstengan de mencionar en mi presencia las palabras "estructura", "forma" y "símbolos". Me parece a míq ue muchos de ustedes ya llegan suficientemente intimidados de su primer años de facultad, y hay que dejarlos recuperarse y recuperar la respetabilidad de los intereses y entusiasmos que más que probablemente los llevaron en principio a leer narrativa, y de los que no tienen por qué avergonzarse. A título experimental, incluso podrían ustedes, durante este curso, tratar de vivir sin terminología académica alguna, renunciando a "trama" y a "personaje" junto con esas exaltadísimas palabras con que no pocos de ustedes gustan de solemnizar sus observaciones, como por ejemplo, "epifanía", "personificación" y, por supuesto, "existencial", como modificador de todo lo que existe bajo el sol. Les sugiero esto con la esperanza de que lleguen a hablar de Madame Bovary más o menos como hablarían con su tendero, o con su pareja, situándose así en una relación más íntima, más interesante, quizá incluso pudiéramos decir más referencial, con Flaubert y su heroína.

De hecho, una de las razones de que las novelas que deben leer ustedes durante el primer semestre estén relacionadas, en mayor o menor grado de obsesión, con el deseo erótico, es que me ha parecido que las lecturas organizadas en torno a un tema con el que todos ustedes están más o menos familiarizados puede contribuir más aún a localizar a localizar estos libros en el ámbito de la experiencia, cancelando así más rotundamente la tentación de situarlos, los libros, en el manejable submundo de los mecanismos narrativos, los motivos metafóricos y los arquetipos mímiticos. Espero, sobre todo, que leyendo estos libros lleguen ustedes a aparender algo valioso sobre la vida en uno de sus más desconcertantes y enloquecedores aspectos. Y yo también espero aprender algo.

De acuerdo. Ya no cabe diferir más el momento de empezar a revelar lo no revelable, el deseo del profesor y su historia. Lo que pasa es que no puedo, no del todo, aún, hasta que no haya explicado a satisfacción mía, ya que no de sus padres de ustedes, por qué se me pasa siquiera por la cabeza la idea de situarles en el papel de voyeurs y de jurado y de confidentes, por qué he de poner exponer mis secretos a personas a quienes les doblo la edad, a casi ninguna de las cuales conozco de antes, ni siquiera de clase. ¿Por qué busco público, cuando los hombres y las mujeres, en su mayor parte, prefieren mantener estos asuntos para sus capotes o, como máximo, manifestarlos solo a sus confesores de mayor confianza, seglares o religiosos? ¿Qué es lo que hace imperiosamente necesario, o, al menos apropiado, que me presente a ustedes, jóvenes desconocidos, no en mi aspecto de profesor, sino como primer texto del semestre?

Permítanme contestar con una llamada al corazón.

Me encanta enseñar literatura Pocas veces me siento tan feliz y contento como cuando estoy aquí con mis páginas de anotaciones y mis textos llenos de marcas y con personas como ustedes. En mi opinión, no hay en la vida nada que pueda compararse a un aula. A veces, en mitad de un intercambio verbal - digamos, por ejemplo, cuando alguno de ustedes acaba de penetrar, con una sola frase, hasta lo más profundo de un libro-, me viene el impulso de exclamar: "¡Queridos amigos, graben esto a fuego en sus memorias!". Porque una vez salgan de aquí, raro será que alguien les hable o les escuche del modo en que ahora se hablan y se escuchan entre ustedes, incluyéndome a mi, en esta pequeña habitación luminosa y yerma. Ni es tampoco muy probable que encuentren fácilmente en algún otro sitio la oportunidad de expresarse sin embarazo sobre lo que más importaba a hombres en tan buena sintonía con la lucha por la vida como Tolstói, Mann y Flaubert. Dudo que se hagan ustedes una idea de hasta qué punto resulta emocionante oírles hablar, muy en serio y muy sensatamente, sobre la soledad, la enfermedad, la añoranza, el quebranto, el sufrimiento, el desengaño, la esperanza, la pasión, el amor, el terror, la corrupción, las calamidades la muerte...Y es emocionante porque tienen ustedes diecinueve o veiente años, proceden en su mayor parte de confortables hogares de clase media y aún no guardan en su carpeta muchas experiencias de las que provocan debilidad; pero también porque, sorprendentemente, lamentablemente, esta puede ser la última oportunidad que tengan de reflejar de un modo continuado y serio las fuerzas implacables a que pasado el tiempo habrán de enfrentarse, quiéranlo o no.

¿He aclarado algo más por qué me parece que la clase es, de hecho, el lugar más adecuado para hacerles un recuento de mi historia erótica? Lo que acabo de decir, ¿añade legitimidad a mi ocupación futura de su tiempo y su paciencia y su aprendizaje? Para expresarlo del mejor modo posible: lo que la iglesia es para el verdadero creyente, lo es la clase para mí. Hay quienes se postran de rodillas el domingo. Otros se colocan filacterias cada vez que sale el sol...Yo me presento tres veces por semana, con la corbata alrededor del cuello y el reloj encima de la mesa, a enseñarles a ustedes los grandes relatos.

Mis queridos alumnos, he cabalgado a lomos de una gran emoción, este año. También de eso hablaremos. Entretanto si es posible, tolérennme ustedes esta actitud tan amplia y tan capaz. De hecho, lo único que quiero es presentarles mis credenciales para enseñar Literatura 341. Parates de estas revelaciones les parecerán a ustedes de mal gustos, indiscretas, poco profesionales, pero, así y todo, me gustaría, con el permiso de todos ustedes, proceder a continuación a ofrecerles un relato abierto de mi vida anterior como ser humano. Soy un auténtico devoto de la narrativa, y les aseguro a ustedes que a su debido tiempo les contaré todo lo que sobre ella sé, pero, en realidad, nada en mi interior vive tanto como la vida.

Philip Roth, El Profesor del Deseo (traducción de Ramón Buenaventura)


sábado, octubre 27, 2012

Fuera del pasado


Retorno al Pasado (Out of the Past, Jacques Tourneur, 1947)

Looper (Looper, Rian Johnson, 2012)

Lo que se ve en el abismo fondo en la negra espalda del tiempo.

jueves, octubre 18, 2012

Prometheus ha aterrizado


Terror en el espacio (Terrore nello spazio, 1965, Mario Bava)



Prometheus (id, 2012, Ridley Scott)

sábado, octubre 06, 2012

Una partida sentimental

Craig Seligman Sontag and Kael: Opposites Attract Me
Counterpoint, Nueva York, 2005.
A Craig Seligman se le puede leer haciendo trabajos entre alimenticios y honestos enBloomberg, lo cual es inquietante. Vamos, resulta del todo descorazonador hablar desde según qué tribunas. Pero no puede uno quejarse, ni debe, que ante los ahogos ya se sabe.
Este ensayo es muy prometedor. Para empezar, es un ensayo sobre la voz. Compara a dos mujeres, tal vez las más inolvidables para los lectores norteamericanos de los sesenta,Pauline Kael y Susan Sontag. Kael escribe crítica de cine. Con violencia. Con carisma. Con velocidad. Lo interesante de Kael es la construcción del crítico como figura de influencia y poder en un mundo (el del cine, y el cine de Hollywood, además) donde al surgir el Nuevo Hollywood incluso se llamaría a Kael a sumarse a la causa.
Lo haría Warren Beatty y el experimento sería fallido. Pero hay toda una serie de hechos de la relación de Kael con el sistema que el librito célebre de Peter BiskindToros Salvajes, Moteros Tranquilos, prueba. Es una lástima que Seligman no se detenga en lo que supondría Kael para ella misma.
Otro reparo que le puedo poner al libro es que ha caducado y no ha esperado a ver qué ha pasado con el más relevante de los Paulettes (el grupo de seguidores de Kael). Publicado en 2004, Seligman debería añadir una adenda dedicada a Armond White, un arbitrario antiintelectual que ha usado una serie de delirantes argumentos para justificar una especie de purificación estética al tiempo que formulaba preguntas razonablemente inteligentes en medio de un panorama simplificador.
Por otra parte, el libro en sí. Está escrito en el estilo de Kael (frases largas) por la que toma un partido sentimental. Kael, dice, era imperfecta, pero. Pero. Qué prosa, qué velocidad, qué tiempos. La sabiduría de que Kael no podía compararse a Sontag. Hay un debate subterráneo y casi freudiano en lo que compara Seligman y él lo sabe cuanto más ahonda en las descripciones. Sontag no escribe para complacer audiencias, porque busca ser exacta en un marco que tampoco es exactamente académico. Kael busca la guerra verbal.
Al final del ensayo, a poco que Seligman vaya examinando las características de una y otra, uno descubre cosas más y más interesantes sobre la figura de Sontag. Para empezar, que su vitalidad intelectual ya iría convirtiéndose en rareza conforme evolucionaba. Y para continuar que nunca superó el estilo de sus ensayos. En concreto, el del Viaje a Hanoi, una de las piezas centrales de la literatura norteamericana del siglo pasado.
Y, por supuesto, es una crónica.
(Publicado acá)

martes, agosto 07, 2012

Otra Dimensión

Extraterrestre (2011, Nacho Vigalondo)

La última película de Nacho Vigalondo. Me pregunto hasta qué punto puede su excelso cineasta dar lecciones de guión sin perder ni un ápice del estilo. El estilo, claro, que se piensa de una manera harto intelectual.: es antes un reto de como contar la historia frente al como servir a la historia. ¿Por qué marco esta diferencia? Hay grandes obras maestras cuyo estilo sirve a la historia, la hace resonar. Pensad en Ford o Bergman; pensad en qué sucede si a un vaquero se le arrebatan las panorámicas, los momentos íntimos, las sombras o si eso mismo sucede con un caballero que juega al ajedrez por la muerte. Bergman y Ford son cineastas cargados de maestría, a los que el tiempo les revaloriza, pero que contienen una peculiaridad que en otros cineastas es desdicha. En cambio, Hawks se está preguntando continuamente como contar sus historias. His Girl Friday (1940) es un triunfo de como contar la historia; comparad sino su versión con la de Billy Wilder. Vigalondo pertenece a esa estirpe.: sus historias podrían ser contadas de un modo más convencional o espectacular, y no me refiero a la estructura sino al énfasis y a la puesta en escena, pero su reto permanece.

Vigalondo es, en términos estilísticos, europeo. La pregunta obligada - ¿hay una deliberación? - quedó respondida en su cortometraje Marisas, hecho a la sombra vanguardista de Chris Marker y de Julio Cortázar, dos imaginaciones fértiles en melancolía, en vaciado, en frustración y movimiento. El héroe de esta ficción se llama, y no es esto una pretensión referencial, Julio y está interpretado con una sobriedad discreta por Julián Villagrán, contrastando con las vitalistas actuaciones de Michelle Jenner, Raúl Cimas y Carlos Areces. El resto de personajes se expresa como en una comedia más o menos convencional, estando todos estupendamente matizados por las elecciones de cásting.

Pero Villagrán es reconociblemente vigalondiano: héroe con flato, perfil complicado, relato de periferia existencial. En una escena, mi favorita, da todas las pistas de lo que ha sido su vida y a Vigalondo, que ha entretenido al público con tres filigranas narrativas que no responden exactamente a una última revelación final, no se le admite esa habilidad para bastarse de un plumazo y revelar toda una vida. El personaje de Julián Villagrán es naturalmente antipático por su falta de ambiciones vitales, pero Vigalondo logra transmitir su desconcierto y hacerlo nuestro sin renunciar, por ello, a definirle, ni a que esa definición lo santifique; su melancolía es nuestra y creo que a todo ello contribuye la interpretación de Villagrán y el trazo (difícil) de su cineasta, en un reto incluso mayor que el de su primera película.

La fórmula fue ensayada en forma de sketch. Los Gremlins 3 usaban el recurso como efectismo, aquí, de repente, es todo trabajo dramático (¡y menudo!). Con todo estos detalles personales, la película no busca refugio en los ritmos del cine de arte y ensayo y, en general, transcurre rápidamente, ferozmente atenta a todos y cada uno de sus movimientos.

Estoy convencido de que esta película tiene una relación muy estrecha con Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), más allá de que ambas sean comedias sobre la aceptación del desamor (¡o de que el desamor sucede!) que transcurran al ritmo vertiginoso de un piso y sus madrileños alrededores. Esa relación, que comienza en sus similitudes estructurales si se quiere, está en que tanto Pedro Almodóvar como Nacho Vigalondo están diciendo cosas bastante profundas sobre sus héroes y sobre su condición.

La película de 1988 nos hablaba de una mujer post-franquista que había renunciado ya a la esclavitud del mentiroso galán que tanto prestigio y centralidad había tenido en todas y cada una de las fantasías del imaginario español; la película de Vigalondo asume como heroico el gesto honrado de un hombre, de un amante más bien, que asume su condición prescindible y la desaparición definitiva de toda pasión arrebatada que no sea otra cosa que confusión y malentendidos.

Ambas descubren que tras la imagen tradicional, hay sentimientos bastante más profundos y cercanos a través de la configuración de la vida íntima de la persona deseada.: la heroína almodovariana descubre con desencanto quien es el galán masculino cuando conoce a su hijo y atisba una vida privada distinta a la de su voz y sus promesas, el héroe vigalondiano descubre en la figura del novio de su amada una relación compleja y madura, estropeada por errores de comunicación antes que por sentimientos que han desaparecido. De hecho, las interpretaciones de Maura y Villagrán son bastante complejas, pese a que sean de tonos y ritmos muy distintos. Ambos cineastas quieren colocarnos en una posición nada condescendiente sin dar a sus héroes un exceso de virtud; estimo que esa cualidad la poseen muy pocos cineastas y que Vigalondo lleva una carrera exquisita en ese aspecto, ascendente.

Matizando a sus héroes respecto a su papel vital, ambos cineastas han conseguido dos ejemplos rarísimos de alta comedia.

domingo, junio 10, 2012

Así es a veces España


Y España, sucede así, es una esposa remolona, a veces incluso exigente.

martes, mayo 29, 2012

Quién nos representa


Ir a la plaza viene siendo importante.

También escribir sobre ello.

martes, abril 10, 2012

Abrir otros lugares

¿Para qué escribe uno?

Suele decirse que para descubrir por qué lo hace. Mentira piadosa. Abrí El Rincón de Alvy Singer por una razón bastante simple.: quería publicar críticas de cine. Pronto me aburrí, pecata minuta. Quería escribir sobre otras cosas. Durante todo este tiempo he ido descubriendo maneras de publicar y bien está que así quede. Nuevos autores. Firmas. Otros blogs. Un boom que tal vez no fuera tal. Pero en todo caso, la escritura de un blog permite pensar qué significa publicar. Desde la obviedad primera, la que nos dice que un click nos basta, hasta la última, la que nos fuerza a repensar el lenguaje. Esas cosas. Estos textos.

Este post no es una despedida.

Porque la fiesta continúa aquí y allí.

Sobre todo en el Habla del Lugar.