martes, marzo 29, 2016


Desesperado, se vuelve hacia el turismo. Entra a formar parte del mercado. Vende lo único que posee. Las historias que su cuerpo sabe contar.

Se convierte en un Toque Regional.

En el corazón de las tinieblas, los turistas, instalados en su ociosa desnudez y en su interés escaso y de importación, le hacen sentirse ridículo. Pero contiene su rabia y baila para ellos. Cobra sus honorarios. Se emborracha. O se fuma un canuto. Buena hierba de Kerala que le hace reír. Y después hace un alto en el templo de Ayemenm, él y los que van con él, y bailan para implorar el perdón de los dioses.

Arundhati Roy, El dios de las pequeñas cosas. Traducción de Cecilia Ceriani y Txaro Santoro.

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